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sábado, marzo 05, 2005

Se mueve

Latinoamérica se está moviendo. En las últimas semanas sucedieron varios hechos que pueden llegar a traducirse como integración (palabra tan utilizada y tan poco puesta en práctica). Repasemos:
El 1º de febrero pasado se inauguró la primera estación de servicio fruto de la sociedad de la estatal argentina Enarsa con la venezolana PDVSA (ver “Algunos efectos…”).
El 14 de febrero Lula da Silva y Hugo Chávez, firmaron 20 acuerdos centrados en energía, pero que también incluyeron la venta de aviones militares de Brasil a Venezuela – a pesar de que Estados Unidos había criticado las compras venezolanas de armamentos a Rusia unos días antes – y operaciones militares conjuntas. A esto se suma las declaraciones del presidente brasilero, diciendo que Venezuela goza de “salud democrática”, siendo Washington el obvio destinatario del mensaje.
El 1º de marzo asumió la presidencia de Uruguay, el socialista Tabaré Vázquez, cortando con el bipartidismo por primera vez en su país, y firmó el día siguiente cuatro acuerdos con Chávez: el acuerdo de Declaración de Montevideo sobre Petrosur, Declaración conjunta Uruguay-Venezuela, el Convenio sobre la Nueva Televisión del Sur y un acuerdo sobre cooperación energética (similar a los que Venezuela ya firmó con Paraguay y Argentina). También, el presidente uruguayo firmó con su par argentino, una declaración conjunta sobre “el compromiso de ambos gobiernos con la vigencia, promoción y protección de los derechos humanos”, y también esclarecer el destino de las víctimas del terrorismo de Estado en ambos países.
También el 2 de marzo, Chávez, Kirchner y Lula, acordaron buscar una posición común ante el Fondo Monetario Internacional y los organismos internacionales de crédito (si bien fue la tercera ocasión en la que Argentina y Brasil teorizan sobre un camino común de negociación con los acreedores, aunque nunca se realizó en la práctica), remarcando lo fundamental que es para la integración los proyectos de desarrollo industrial y energéticos. La reunión tuvo lugar en Montevideo, y en la hora en que se desarrolló, se acordó formar tres comisiones ministeriales que se reunirán en los próximos 40 días: en Brasilia se tratará lo social, en Caracas el tema energético, y en Buenos Aires lo económico. También Chávez afirmó que Venezuela invertirá unos 500 millones de dólares en los nuevos títulos de la deuda argentina para aliviar a “este país hermano”. Las diferencias rondan en los enfoques: mientras que para Kirchner es necesario profundizar la integración del MERCOSUR, Lula – como también Duhalde – promueve la Unión Sudamericana.
El eje común de estos acuerdos pareciera estar en la figura del presidente venezolano Hugo Chávez. Con un discurso de abundancia energética en su país, no se cansa de formular acuerdos de cooperación. Esta actitud, lo lleva a lugares como India, donde en Nueva Delhi afirmó: "Nosotros queremos un acuerdo a largo plazo para suministrar crudo a India. Queremos ayudar a India (...), compartir nuestro potencial petrolero con ustedes". Con mensajes amistosos, discursivamente posiciona a sí mismo y a su país en un lugar de poder importante, y pareciera que es en torno a él, a fuerza de acuerdos bilaterales con diferentes países sudamericanos, en que se estuviera formando una especie de integración. Llama la atención su relación de mutuos ataques con Estados Unidos, y cómo gobiernos que no tenían este tipo manifestación discursiva de conflicto con ese país lo van apoyando, cosa que no debe caer muy bien en el país del norte. Lula, luego de la incertidumbre de los conservadores con su asunción, llevó una conducta bastante obediente, aunque como se especificó antes, le manifestó en declaraciones su apoyo a Chávez, confrontando con dichos norteamericanos. Kirchner, también mantiene una estrecha relación con el venezolano, aunque también recibió el “favor” desde Washington, con su decisión de no interferir mientras Argentina realizaba la reestructuración de la deuda, cosa que no ayudó a los sectores más duros del FMI y del G7, así que su relación con EE. UU. no es para nada mala.
No obstante, a la administración Bush pareciera no convenirle plantear condenas hacia los presidentes de los países sudamericanos más poderosos por su relaciones con Chávez, con este bloque que lentamente se va conformando, no vaya a ser cosa que ellos también se empiecen a “portar mal” aunque más no fuera discursivamente. Ya que las cosas no se observan tan oscuras para ellos, porque a pesar de la actitud dura que mantuvo Kirchner y Lavagna con la reestructuración de la deuda, que la redujo de 191.224 millones de dólares a 125 mil millones, esta última cifra se va pagar, y este año Argentina deberá desembolsar 13.020 millones, en un país donde la mitad de la población se encuentra debajo de la línea de pobreza, y ese dinero podría ser utilizado para paliar ese déficit más importante.
La integración estaría dando pequeños pero importantes pasos, aunque más no sea como “unidad de intereses”, pero que al decir del filósofo argentino Alberto Buela, “le otorga a la idea de unidad continental una verosimilitud que carecía otrora”. No son menos importantes, las ideas de poner en práctica acciones que salgan de la propia Latinoamérica, así como la tristemente célebre reestructuración de la deuda – aunque la legitime desastrosamente, pero lo que se intenta destacar aquí es su valor significativo - sólo como forma de animarse a encontrar soluciones desde Nuestra América, los intercambios ganaderos con Chávez, los proyectos petroleros que engloban a Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela en un principio, y los tipos de intercambio que tengan lógica propia y evitar recetas impuestas desde afuera, que actualmente invaden casi todos los campos, eludiendo así, tener miradas norteamericanas o eurocentristas sobre nosotros mismos. Muchos enuncian “déjennos ser”, quizás lo que hay que afirmar es “Seamos”.